¿Cómo le explico?
¿Cómo le hago entender
que hay algo que él me roba
cada vez que se va?
Sucede que cada mañana,
al despertar,
presente en mi
está el dibujo de su cálida sonrisa,
el eco de su resonante voz
y el recuerdo del tacto
a la textura de su piel.
En el tic tac de los días
interrumpe en mis quehaceres
su delirio
y esas palabras locas
que riman sin rimar cuando
risueñas
salen de su boca.
Me distrae ese recuerdo,
y esa imagen
que detiene mi retina.
Y en su tibio corazón
cada atardecer sucede que me pierdo.
¿Cómo le hago entender
que él no está allá
donde dice estar,
sino acá
donde no lo puedo alejar?
Y el muy atrevido
comete el delito
de robarme los latidos cuando se va.
Y lo espero.
Todos los días lo espero.
Espero su llegada
para cruzarme con su mirada
y entrelazarme en sus manos
y terminar en sus besos.
Espero ese momento
en el que por fin
me pierdo en sus abrazos.
Ay! cuánto duele saber que se va.
Se lleva consigo
un pedazo de mi
en cada cruce de miradas.
¿Cómo hacerle saber
que se lleva un pedazo de mi alma
en su mano
cada vez que se va?