Rencores fuera de foco

No sabía qué término ponerle a este sentimiento, era una mezcla de todo.
Sentía como si una fuerte decepción
se metía en mis venas y allí persistía.
Luché. No quería darme por vencido. Hasta que vencí.
Sabía que él no aportaría nada positivo. No valía la pena seguir arrastrándolo.
No hacía más que desequilibrar mi mente.
Parecía tornarse como una enfermedad.
Ya se estaba volviendo contra mí. Afectándome. 

Yo pude notarlo. No todos pueden.

 Nuestros valores no siempre coinciden con los valores de los demás.

Cometemos errores.

Errores a veces sin intención de lastimar.

¿Entonces?

Aislarse. Amargarse. Enfermarse.

No hablarse, distanciarse, no verse, en fin: malas relaciones que surgen por cobardía.

¿Y ahora?

Perdonar fue la única herramienta que me liberó de aquel mal y que por sobre todas las cosas, ayudó a que me reconciliara primero, conmigo mismo.

Ya sé, el otro nunca será como yo quiero que sea. Ni yo para él.

¿Qué hago?

Enfrento la situación.

Eso mismo...

Expresaré al otro el sentimiento que me ocasiona su conducta.

Sin necesidad de cortar la comunicación.

Perdonar es limpiar el alma.

Es poder volver a sentir el sueño.

Lograr la paz interior.

Crecer...