Soy una mujer alta.
Pero no de esas que miden metros de estatura.
Soy de las mujeres altas
de valentía,
Altas de coraje.
Altas de fortaleza.
De esas que aunque la vida
las quiera bajar, suben.
Cueste lo que cueste.
De esas mujeres que aunque
el viento sople fuertes
aires de tempestad
se aferran mas a las raíces
y no son fáciles de arrancar.
Una mujer alta deja
su mágico aroma al pasar.
Y no hablo de fragantes colonias
de etiqueta.
Sino de aromas de inteligencia.
Experiencia y sabiduría.
Aromas que dejan huellas al pasar.
Marcas al tocar.
Las mujeres altas saben lo que quieren.
Van en busca de ello.
Se arriesgan.
Se equivocan.
Aprenden.
Pero si hay algo que las diferencia
de las demás,
es que se limpian los recuerdos
con la frente en alto
y siguen su camino
sin mirar atrás.
Somos altas porque crecimos.
Somos altas porque nos animamos.
Somos altas porque lo llevamos
en la sangre.
Soy una mujer alta.
Pero no de esas que miden metros de estatura.
Soy alta porque así decidí serlo.
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